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V CALCENADA - 5/8/2006 - VUELTA AL MONCAYO
- CALCENA-CALCENA 104 km |
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Al
igual que hace dos años, he repetido esta atractiva prueba
no competitiva, con mas de 750 inscritos en las cuatro
modalidades: andar, correr, a caballo y en bicicleta.
Diseñada en tres etapas de 64, 20 y 20 Km., permite a
cada cuál realizar parte o el completo de esta ruta que
rodea el Moncayo. Desde Calcena, Purujosa, pasando por
el Collado del Tablado, Borobia, Cueva de Agreda, Collado
del Canto Hincado, Aldehuela, Agramonte, San Martín, Lituénigo,
Litago, Añón, Alcalá del moncayo, Talamantes,
Collado de la Tonda y de nuevo Calcena.
Una magnifica organización, apoyada por voluntarios entusiastas,
permite realizar este amplio recorrido, a lo largo de
24 horas de duración para los que la realizan andando
o a caballo, y 11 para los de bicicleta, sin atisbo de
pérdida o de desamparo a lo largo de la misma.
Su carácter no competitivo permite adaptarse a cada participante
a un ritmo adecuado para poder prolongar el esfuerzo durante
tantas horas. Un total de 640 participantes cumplieron
sus objetivos. Visita: www.calcenada.com |
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En
el día de hoy todas las decisiones las tengo que tomar yo:
que llevar de comida y repuestos, a que hora salir. Los
compañeros de hace dos años están lejos. Se que va gente
de Calatayud, pero probablemente sus ritmos serán mayores
que el mío. Así que me acopio sobre todo de paciencia y
perseverancia. Este año tengo un aliado: conozco el recorrido,
lo cuál me permitirá dosificar mejor.
A las 5 y cuarto me levanto. Ya tengo casi todo metido en
el coche. Solo desayunar sólido, comprobar que está todo
lo necesario y salir. El Frasno, Sabiñán, Brea, Illueca,
Gotor, Jarque, Oseja y Calcena. Carreteras poco transitadas,
y menos a estas horas, viendo amanecer tras de mí. Por fin
veo que llego pronto a Calcena. Son las seis, como tenía
previsto. Lo primero coger el dorsal, la camiseta, que este
año ha mejorado en su diseño y un cacao calentito, pues
la mañana está fresquita: unos 8º. Ya se nota de vez en
cuando un viento que las previsiones de ayer en los mapas
de isobaras me hacían sospechar que las zonas altas y descubiertas
tendríamos a nuestro amigo el cierzo.
Conforme pasa el rato toda la zona se va poblando con los
que llegan a última hora. Han tenido que triplicar la zona
de aparcamiento. Todo el mundo revisa su bici, y el material
que va a llevar de repuesto. Se ve un material claramente
mejor que hace dos años: las BTT de doble suspensión y muchos
euros son frecuentes. Se acercan las ocho y ya casi todos
estamos preparados: doscientos, trescientos? No sé, pero
desde luego mucha gente. Por fin comenzamos. |
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El
inicio es un poco monótono. Seis kilómetros de carretera
en los que aquellos que están fuertes empiezan a estirar
el amplio pelotón. Tras pasar junto a Purujosa, iniciamos
las pistas y la ascensión al primer collado. Como la otra
vez, al final unos metros muy empinados y con mal suelo
me obliga a echar el pie a tierra. Ya lo tenía previsto,
así que no supone ninguna decepción. La meta el llegar,
no mejorar tiempos. Serán unas cuantas veces más las que
habrá que repetir lo de andar junto a la bici en lugar
de encima de ella. El paso por este collado nos descubre
el temido viento. Lo que es un descenso rápido se convierte
en un pedaleo ocasional para no perder ritmo, pero sobre
todo en una mayor atención, pues de vez en cuando el viento
es lateral y te mete contra las regachas de la pista o
contra las piedras. |
Pasado Borobia empieza
el suplicio de verdad: ascenso continuo contra un viento
que no da tregua. El único remedio, la paciencia: un ritmo
continuo y soportable y apretar los dientes de vez en
cuando. Los juramentos no valen para nada y te hacen perder
fuerzas. Tras pasar otro collado, el de la Tranca, que
es menos perceptible, llegamos a Cueva de Agreda, donde
se agradece el abrigo de las casas y el refrigerio: agua,
aquarius, fruta... En ningún puesto falta.
Desde allí el temido Collado del Canto Hincado: casi 1.500
m de altitud, con unas rampas dignas del Tour, o al menos
a mi me lo parecen. |
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En estas dos tomas vemos el Collado del Canto Hincado
y como se forma un rosario de corredores. |
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Ahora
viene una larga bajada hasta San Martín de la Virgen del Moncayo.
Justo en las peores zonas de piedras tengo el único percance:
pinchazo y pequeña caída sin más complicaciones. Luego toboganes
rompe piernas que nos llevar a Lituénigo, donde nos espera
una pequeña sorpresa: tres chavalillas hacen fila a lo largo de
la calle, ofreciéndonos al paso fruta, como si se tratara de un
avituallamiento profesional. Gracioso de verdad. Seguimos hasta
Litago tras varios sube y baja peligrosos, con alguna que otra
caída sin consecuencias graves para sus autores. Finalmente la
comida en el merendero: ensalada de pasta y fruta, bebida y reposo.
Es el primer lugar donde puedes retirarte con la tranquilidad
de volver en autobús, con la bici en camión.
Sin esperar como la vez anterior, inicio una pesada ascensión
hasta La Morca, después bajar a Añón y vuelta a subir en una larga
rampa que nos lleva a otro temido collado El Negro o de Añon,
y vuelta a bajar a Talamantes. Esta vez nos reciben en los locales
del ayuntamiento. Es el último lugar donde poder retirarte. Pero
si hemos llegado hasta aquí,¿por qué no llegar hasta
Calcena?. Solo queda el Collado de La Tonda donde hay que volver
a echar el pie a tierra, durante unos trescientos o cuatrocientos
metros. Esta vez nos juntamos una docena en la misma situación.
Además nos encontramos con muchos de los andarines que también
van llegando hacia esta última dificultad de la ruta. Con toda
la paciencia y ánimo muto nos acercamos al final de esta subida
y luego un peligrosillo descenso por una pista que en ciertos
lugares está con mucha piedra suelta. Aunque ya el cansancio es
marcado, los pequeños ascensos se toman con otro aire. Finalmente
se acaba la pista y llegamos a los últimos cinco km de carretera.
Justo
donde han puesto un chiringuito con cerveza fresca para ayudar
al último empujón. Y finalmente tras unas ocho horas largas encima
de la bici y casi diez en total vuelvo a Calcena.
Ahora lo más apetecible es la ducha, fría por haber llegado tarde,
pero muy reconfortante. Y luego la paella que cada uno vamos cogiendo.
Me encuentro con gente de Calata y cambiamos impresiones: unos
no han acabado por problemas físicos, a otro se le a roto el cuadro....
Risas, ánimos para otro año y tras recoger los trastos de vuelta
a casa.
No sé si la repetiré, pero las sensaciones han sido muy buenas,
incluso la he hecho en una hora menos que hace dos años, y yo
soy dos años mas viejo. Que más puedo pedir. Saludos a todos los
Calceneros y felicitaciones a los organizadores.
CARLOS ARA |
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